Un texto que había escrito hace tres años relacionado ‘con lo que pasó en Islandia’, un lector con el que en su día hablé del tema. Ahora que parece que en Islandia puede haberse vuelto a entrar en una situación parecida a la vivida en el 2008 pienso que el texto puede ser útil para meditar. El nombre del autor es Carlos Weishäupl Fernández y su texto, sin modificar por mi parte ni una coma, es el que sigue:
«Parece anclada en la opinión pública la creencia de que Islandia ha conseguido la plena recuperación gracias al romanticismo heroico de sus habitantes tras el descalabro financiero de 2008. La supuesta regeneración política que los ciudadanos propiciaron tras semanas de protestas en las calles de Reikiavik es, en ocasiones, la envidia y referencia de los discursos más progresistas. Se esparce además una leyenda por la que responsables políticos y los banqueros han ido siendo juzgados y encarcelados, siendo despojados de su carrera política o empresarial. Todo ello junto al mantra que repite que Islandia no inyectó una corona en sus bancos dejándolos caer, precisa una interpretación más pausada ante el aluvión de datos que se arrojan sobre la economía Islandesa.
La singular realidad islandesa empieza por el hecho de que es un país singular, fundamental; su posición geoestratégica, próxima al ártico, ha sido de crucial importancia desde comienzos del siglo XX y fue aumentando durante los años de Guerra Fría. Hoy, apunta el catedrático Santiago Niño Becerra, “es una de las bases de rastreo y escuchas del Proyecto ECHELON, lo que le suma importancia al hecho de ser una potencia en producción de aluminio”. Bajo su punto de vista, además, “en caso de que algún día el petróleo del ártico sea explotable, Islandia tendría un papel fundamental”. En segundo lugar, y no menos importante, su población total (323.000 habitantes censados en el año 2013) no llega a la de Las Palmas de Gran Canaria. Habiendo sufrido en los últimos tiempos un importante éxodo a causa del crash del 2008, esta circunstancia adquiere mayor relevancia teniendo en cuenta la población total en el país.
Con frecuencia circulan artículos y columnas anónimas o rebotadas de otras agencias que nos recuerdan que Islandia ha salido del agujero de manera envidiable. Y de manera no casual se remarca que ha sido así “habiendo dejado caer a sus bancos”, sin mayor detalle. El último de ellos, un artículo de El País en el que se utiliza la muletilla arriba indicada y reproduce las bondades de una economía que ha salido del shock económico gracias a actividades como la pesca.
Habría que apuntar en primer lugar que los bancos sí fueron rescatados en Islandia. De hecho, Islandia pide ayuda tras el crash de 2008 al FMI, el BCE, los países nórdicos, Rusia (con la que fracasa estrepitosamente en la negociación) así como Holanda y Reino Unido. Estos dos últimos, afectados directos por la disputa y litigio de los fondos Icesave, depósitos desaparecidos por la quiebra Landsbanki, cuyo presidente Björgólfur Gudmundsson vivió su cresta de popularidad convirtiéndose también en presidente del club de fútbol inglés West Ham United.
Los fondos Icesave fueron la mecha que prendió en 2008 al dejar a depositantes de Reino Unido y Holanda sin acceso a sus cuentas cuando Landsbanki declaró su bancarrota. Negociaciones diplomáticas y referéndums populares después, Islandia fue cediendo y aseguró el pago del agujero a holandeses e ingleses (20.800€ por depósito). Cuando el mensaje que calaba fuera de Islandia era que el país se negaba a pagar, lo que en realidad tenía lugar era una disputa por la que se intentaba renegociar los altos intereses fijados por Holanda y Reino Unido. “Una vez solucionado el problema de estos depósitos, la repercusión de la crisis bancaria islandesa bajó de intensidad”, apunta el Profesor Niño Becerra.
Además, el Gobierno de Islandia se compromete y supera con creces el plan de acción propuesto por el FMI. Esto supuso una inyección por parte del Gobierno Islandés equivalente al 20% de su PIB (ciertas autoridades elevan el porcentaje al 30% -en España no llegamos al 2% por el rescate a Bankia-). Todo desemboca en el hundimiento de la corona islandesa y una inflación disparada. En paralelo, la deuda pública pasa del 20% al 98%, se aplican impuestos especiales fijos para gasolina (10 ISK/litro) y alcohol, se sube el IRPF en todos sus tramos y, curiosamente, se baja el impuesto de sociedades a las grandes corporaciones (del 18% al 15%), pasando a ser uno de los más bajos del planeta (en España se pasa con la última reforma fiscal del 30% al 25%).
Poco se habla, por otro lado, de que “tras el colapso bancario la corona islandesa llega a perder prácticamente la mitad de su valor”, declara Niño Becerra. Cuando se habla desde finales de 2012 de recuperación en su PIB parece omitirse que la moneda con la que se mide ese mismo PIB es la misma moneda que ha venido perdiendo estrepitosamente su poder de compra. Por este mismo motivo, muchos de los créditos concedidos a familias se convierten en impagables al estar indexados a su IPC (además de a su tipo de interés fijo), que se dispara por el efecto de una fuerte inflación, mientras la renta disponible permanece estática o se convierte en decreciente. Otro tipo muy común de hipotecas en Islandia en los años del boom inmobiliario son las indexadas a una moneda extranjera, que convierten el pago de las hipotecas en obligaciones que rayan la usura ante el descalabro de la corona islandesa. Ante esta situación de caos y quiebra de miles de familias, el gobierno islandés se inventa ‘la regla del 110%’, que rebajaba cualquier hipoteca superior al 110% del valor de la propiedad a ese mismo porcentaje. Esto, mostrado como antídoto a la situación de las deudas de las familias, tendría poco recorrido, ya que la inflación desbocada haría que la deuda volviese a aumentar a los pocos meses.
No obstante, es el mensaje de que se juzga y condena de manera implacable a los responsables políticos y banqueros del país que tuvieron que ver con el descalabro económico lo que debería llamarnos la atención.
Recientemente, Economía Digital se hacía eco de la nueva posición política del ex primer ministro islandés como embajador en EEUU; Geir Haarde dejó su cargo de primer ministro en 2009 en plena debacle financiera y fue juzgado en abril de 2012 por un tribunal especial de delitos públicos que hasta entonces jamás se había utilizado. Acusado de gestión negligente al frente del Gobierno, Haarde evitó los dos años de cárcel que le acechaban y seis años después prepara la mudanza a Washington en uno de los puestos más preciados como retiro político.
También fue comentado por Bloomberg, en junio de 2012, el fallo de la Corte Suprema islandesa contra Jón Thórsteinn Jónsson, presidente de la caja de ahorros Byr, cuya responsabilidad en el crash fue anecdótica en comparación con la responsabilidad de los ejecutivos al mando de los tres grandes bancos nacionales quebrados (Glitnir, Landsbanki y Kaupthing). En un primer juicio contra Thorsteinn y el coautor de los hechos, Ragnar Gudjonsson, se absolvió a ambos acusados de cualquier responsabilidad. El truco no funcionó al descubrirse que uno de los miembros del tribunal había sido director del departamento jurídico de Byr, lo que daba lugar a una evidente causa de recusación. El señor Thórsteinn, además de practicar golf durante 4 años y medio en la lujosa cárcel de Snæfellsnes, lugar donde Julio Verne creía idóneo comenzar su Viaje al centro de la Tierra, goza de la tranquilidad suficiente para seguir en el cargo de CEO en Vífilfell, embotelladora subsidiaria de Coca-Cola en Islandia. Cinco Días anunciaba en 2013 la adquisición de Vífilfell por la española Coca-Cola Iberian Partners. Curiosamente, la crónica de la adquisición nombra a Thorsteinn, pero no tanto su expediente judicial. Cosas que pasan.
Para el mito islandés es realmente beneficioso su condición de outlier; traducido en español, valor atípico o aberrante. Esto quiere decir que sobre Islandia se dan unas condiciones especialmente singulares. Su baja población, su no pertenencia al área euro, su escasísima deuda pública antes del crash o su estructura de PIB son razones de peso para no considerarlo como un modelo aplicable al nuestro, aunque algunos reclamen una salida de la crisis ‘a la islandesa’.
En este sentido, Niño Becerra piensa “que se ha utilizado al país para dar una imagen de rebeldía que no ha sido tal. Una vez Islandia aseguró el pago a Holanda y Reino Unido de sus fondos Icesave, el problema dejó de llenar portadas”».