Posiblemente, una de las principales diferencias entre un político y un experto en economía sea que el primero utiliza datos y el segundo maneja tendencias.

Esto es así porque al político le interesa el corto plazo, mientras que el experto contempla el largo. Pero, ¿qué sucede si queremos ir mucho más allá y realizar estimaciones y proyecciones a un plazo largo, verdaderamente largo?.

La OCDE, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, entre los años 2012 y 2014 realizó tres estudios en los que se aborda un posible escenario en el que pudiera encontrarse la economía mundial en los próximos 50 años. Los estudios son estos y vale la pena echarles una ojeada.

– OECD (2012), “Looking to 2060: A Global Vision of Long-Term Growth”, OECD Economics Department Policy Notes, No. 15 November 2012.

– OECD (2014) “Shifting Gear: Policy Challenges for the next 50 Years”, OECD Economics Department Policy Notes, No. 24 July 2014.

– OECD (2014) “Trade Patterns in the 2060 World economy” Jean Château, Lionel Foutagne, Jean Fouré, Asa Jojansson y Eduardo Olaberría,. OECD Economics Department Working Paper nº 1142. 01.12.2014.

(Por lo que viene a continuación es importante recordar que los países miembros de la organización son: Canadá, Estados Unidos, Reino Unido, Dinamarca, Islandia, Noruega, Turquía, España, Portugal, Francia, Irlanda, Bélgica, Alemania, Grecia, Suecia, Suiza, Austria, Países Bajos, Luxemburgo, Italia, Japón, Finlandia, Australia, Nueva Zelanda, México, República Checa, Hungría, Polonia, Corea del Sur, Eslovaquia, Chile, Eslovenia, Israel y Estonia).

A lo largo de sus páginas y en sus numerosos gráficos y cuadros estadísticos se repite un mensaje: estancamiento y empeoramiento de la economía mundial poniendo el foco en el año 2060 tal y como refleja el siguiente gráfico que recoge la evolución de la tasa de variación anual real del PIB como media de una muestra de 147 países.

El resumen de lo que muestra la evolución de la línea representativa del total mundial muestra una clara senda decreciente a partir de mediados de la década actual. La pérdida es muy significativa comparando el punto final y el inicial de la curva. Una pérdida que, llegados al 2060, no tiene trazas de inflexar. Es decir, decididamente, las expectativas económicas del planeta apuntan a peor.

El resumen del resumen de lo dicho es simple: tendencialmente, vamos a peor: el mundo va a peor. No es que tal persona, o tal empresa, o tal localidad, vayan a ir a peor, de hecho habrá individuos, compañías y municipios que mejoren, pero en su conjunto el planeta se desliza hacia un empeoramiento que afectará a unos mucho más que a otros.

Todo apunta a que ese empeoramiento vendrá caracterizado por la caída en la importancia del factor trabajo en un entorno de exceso de población activa y por la disminución del papel unificador e igualador del Estado y la ganancia en importancia de las grandes corporaciones; lo que incidirá en el retroceso imparable de las políticas de protección social con su impacto redistributivo y la polarización social. Un escenario muy complicado del que ya está empezando a verse sus primeras manifestaciones.

(Publicado en el nº 51 de la Revista AUSAPE, Octubre 2017)

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