En estos días hace ahora 50 años tuvieron lugar los sucesos de Mayo del 68, y como se van a escribir –se están escribiendo ya– toneladas de páginas sobre aquello, yo también voy a dar mi punto de vista.
De entrada que vaya algo por delante: no, yo no estuve en el Boulevard Saint Michelle tirando piedras a los CRS, ni en ninguna de las muchas asambleas que se organizaron en la Sorbonne. Entonces yo estaba en la Facultad de Económicas de la UB –la Central, se la llamaba– en cuyas paredes se colgaban carteles que decían cosas como “El régimen opus-falangista no es más que la expresión de dominio de la oligarquía terrateniente y financiera sobre el proletariado y demás clases populares”. ¿Qué por qué recuerdo tan bien de esa frase?, pues porque la apunté en la carpeta de cartón color marrón, en la que llevaba los papeles de clase con el BIC que siempre usaba. (Luego entraban los grises a arrancar los carteles y muchas veces se les pegaba fuego para que no pudieran quitarlos).
De entrada Mayo del 68 fue un fenómeno mundial que tuvo múltiples manifestaciones: la motivación fue la misma: las ganas de salir del inmovilismo cultural –entendiendo ‘cultural’ en sentido amplísimo– en el que se hallaba la sociedad; pero los planteamientos que en el 68 se pusieron encima de la mesa no fueron los mismos en Japón, en Praga, en Paris o en México; por ello en realidad habría que hablar, en general, del inmovilismo cultural en el que se hallaban las ‘sociedades’. En USA todo estuvo muy influido por la Guerra de Vietnam y por la cultura Hippy que oficialmente había empezado un año antes; y en España el fenómeno estuvo muy matizado por la oposición de mayor o menor intensidad, según sectores, contra la dictadura franquista imperante.
Además se produjo a la vez en todos los lugares en que tuvo lugar: a la vez. En muy escasas ocasiones se ha dado un fenómeno a nivel mundial en un mismo período de tiempo, y nunca durante un período de tiempo tan breve como dos meses: empezó a finales de Marzo y a finales de Junio había concluido. La Crisis del Siglo III fue mundial y cerrando el foco, las Revueltas Campesinas en Europa entre los siglos XIV y XV o, más recientemente, la Revolución de 1848 que afectó a diversos países europeos; pero todos fueron procesos con una duración de tiempo muy superior.
Por otra parte el fenómeno no fue vivido igual por todas las clases sociales ni por toda la sociedad. Del Mayo que más se ha hablado ha sido del francés porque fue el más complejo: los estudiantes pedían acabar con aquel sistema educativo arcaico y anticuado; pero los obreros pedían cosas muy concretas: mayor salario y más vacaciones. Dentro del colectivo de estudiantes la posición variaba según el origen familiar y la renta de los padres. Y por encima de todo fue un fenómeno fundamentalmente urbano y centrado en ciudades con un cierto tamaño.
Resumiendo mucho, mucho, mucho, lo que yo viví y lo que me transmitieron otros jóvenes que también lo vivieron, fue algo tan sencillo como que la juventud estaba ‘harta’ de lo que estaba viviendo y de como lo estaba viviendo –una mera continuación de lo que ya había vivido – y de la rutina que intuía iba a vivir. Y esa juventud dijo basta porque entonces las revoluciones sí estaban de moda. (Insisto: las motivaciones de los obreros y sindicatos fueron otras, totalmente válidas pero otras diferentes, aunque se pretendió que ambas confluyeran).
Juventud: Mayo del 68 fue un fenómeno joven. Por un lado aquella juventud no había vivido la II GM –o la Guerra Civil española– y la postguerra le quedaba suficientemente lejos para no recordar las carencias sufridas: en España la cartilla de racionamiento estuvo vigente hasta 1951. La pregunta a la que se la ha dado muchas vueltas: ¿fue una revolución burguesa? Yo que la viví puedo atestiguar que no. Cierto que muchos de aquellas y aquellos jóvenes eran de origen burgués –entendido como ‘espíritu burgués’– o de familias que querían aparentar un estilo burgués; incluso bastantes de aquellas y aquellos jóvenes tenían comportamientos y maneras burguesas, pero su dialéctica, lo que expresaban, no tenía nada de burgués, al revés: aquellas y aquellos jóvenes destilaban un odio total contra la burguesía: ‘Prohibido prohibir’ es un eslogan completamente antiburgués.
¿Cuál fue el origen de ese hartazgo si aquellas jóvenes y aquellos jóvenes comían cada día, tenían bastante más que un par de jerseys, iban a la Universidad o a últimos cursos de escuelas preuniversitarias y muchas y muchos de ellas y ellos tenían acceso a la píldora anticonceptiva que empezó a generalizarse en la década de los 50 (en España evidentemente no)?.
El incuestionable aumento de bienestar que se produjo en un gran número de países a partir de 1950 a raíz de unos continuados aumentos salariales en una atmósfera de pleno empleo del factor trabajo y de una creciente mejora en el modelo de protección social no vino acompañado por los cambios de evolución cultural, educativa, de ‘modo de estar’ que los jóvenes esperaron. Ellas y ellos deseaban, querían otros modos de actuar con la sociedad, otras formas de moverse en un sistema social que continuaba utilizando parámetros acuñados décadas atrás. Algunas de esas jóvenes, algunos de esos jóvenes es cierto que eran muy políticos, pero la inmensa mayoría no estaban politizados. Por ejemplo: el icono de Mayo fue un retrato del Che Guevara tomado por Alberto Díaz en 1960, pero la mayoría desconocía todo lo que había detrás de aquel retrato y sabía muy poco de la ideología del Che.
¿En algún momento el Poder perdió el control de la situación como entonces alguien dijo? Pienso que no. En 1968 las grandes compañías USA y de rebote las europeas empezaron a estar descontentas de los beneficios que estaban obteniendo y vieron que era posible obtener más. Si, el Tratado de Detroit de 1950 y todos los acuerdos firmados con los sindicatos en Europa para comprar paz social con subidas salariales así como la redistribución de la renta vía impuestos estaban muy bien, pero en Corea era posible construir buques a un coste muchísimo menor, en Pakistán fabricar balones de fútbol en condiciones infinitamente más ventajosas, y así igual con miles de bienes industriales; y encima esas compañías podían hacer publicidad al decir que trasladar sus plantas a esos países subdesarrollados suponía darles una oportunidad.
En Francia el 5 de Junio fue decretada por los sindicatos la vuelta al trabajo. Entre el 14 y el 27 de Junio concluyeron las acciones de ocupación policial de los centros universitarios y culturales ocupados antes por los estudiantes. El general De Gaulle disolvió la Asamblea Nacional y fueron convocadas elecciones para el 23 y 30 de Junio. A la izquierda, su actitud moderada no le sirvió de nada: su derrota fue absoluta y total el triunfo del gaullismo conservador.
Herbert Marcuse, tras los sucesos de Mayo, había concluido que lo técnico aplasta las apariencias democráticas por medio de la manipulación de las conciencias: en Occidente, a través del consumo masificado y de la educación; en el mundo socialista, con la tecnocracia y la burocracia. En 1972, y como conclusión a una época, Marcuse publica “Contrarrevolución y Revuelta” donde presenta la idea de que el cambio, tal y como la contracultura lo había supuesto, no era posible ya que los que podrían realizarlo: los negros, los estudiantes, el proletariado, se encuentran neutralizados por los aparatos del Estado: policía y educación, y por el debilitamiento de las ideologías capaces de organizar a las masas.
La Crisis de 1973 supuso, de hecho, el fin del modelo de crecimiento puesto en marcha tras la II Guerra Mundial y la conclusión del modelo iniciado con la I Revolución Industrial. La nueva época estaría basada en parámetros distintos y se regiría por normas totalmente diferentes. En 1972 Denise Scott Brown, Robert Venturi y Steven Izenour publican ‘Aprendiendo de Las Vegas’, dando origen al Postmodernismo. En 1973 El Club de Roma publica ‘Los límites del crecimiento’ con unas previsiones de futuro ciertamente grises. En 1975 nace en Londres el Movimiento Punk con un lema que rompe radicalmente con aquellas ilusiones de Mayo: ‘No future’. En 1976 Milton Friedman publica ‘Teoría de los precios’, la biblia del mal llamado Neoliberalismo. En 1977, en Francia ‘Los Nuevos Filósofos’ ponen fin a la filosofía progresista.
¿El balance de Mayo del 68? Para mí un fracaso. En Mayo del 68 el combustible fue la ilusión; sólo la ilusión: “Bajo los adoquines está la playa”. Sin paracaídas, sin cálculo de posibilidades, había que vivir el día como si fuese el último: “El aburrimiento es contrarrevolucionario”. Aquellas jóvenes y aquellos jóvenes crecieron y bastantes de aquellas jóvenes y de aquellos jóvenes que habían estado en Saint Germain construyendo barricadas, o en las explanadas de Berkeley escuchando a Angela Davis, o corriendo por la Diagonal de Barcelona escapando de los grises, fueron los yuppies que en los 80 competían, mientras tomaban wiskis, quien de ellas o de ellos había hecho ganar más dinero a su empresa, había conseguido que la cartera de acciones que administraba subiese más, había vendido más pareadas en la nueva urbanización en marcha.
Y si alguno de ellas o de ellos hacía referencia a lo que sucedió en Saint Germain, en Berkeley o en la Diagonal, siempre habría alguna o alguno que diría aquello de ‘Bueno … Entonces éramos muy jóvenes’. Lo demás ya es historia, igual que aquel retrato del Che.