Hace unos días recibí un mail de un lector, el que sigue. (Como ya saben quienes me leen nunca modifico ni una coma de los textos que recibo).
“Escuchándole, y leyendo historia y economía (que siempre me apasionaron), ¿es España un pais maldito históricamente?
– Llegamos tarde a la 1ª Revolución Industrial
– En el concilio de Trento, elegimos al Dios de la Inquisición (católico), en lugar de al Dios moderno (protestante) que permitía y fomentaba el comercio. Mientras países de centro europa se desarrollaban económicamente, en España teníamos la losa de la iglesia encima.
– Durante la Revolución Francesa, escogimos el bando equivocado, y los ideales de la revolución francesa no llegaron a entrar en españa, y decapitar reyes.
– Durante el siglo XX, España fue mero espectador de todos los acuerdos internacionales, y posteriormente, llego el franquismo (autarquía).
¿De aquellos polvos estos lodos? Intentamos parecernos a nuestros colegas europeos pero parece que seguimos a años luz”.
Mi respuesta fue la siguiente:
“No pienso que existan países malditos, pero si países desgraciados que han empezado mal y que, como suele suceder, no han sabido / podido enderezar el curso de su evolución.
España empezó muy mal: situada en un extremo de Europa lejos de cualquier ruta básica, y siguió así de mal porque no fue líder, sino seguidora: se puede pintar como se quiera, pero lo cierto es que España formó parte del Imperio Romano por invasión. Luego llegó una de las peores tribus germánicas que podían llegar: los Visigodos, que unieron el territorio de Hispania, pero que se cerraron sobre si mismos y que siempre estuvieron intrigando entre sus principales familias para ver quien reinaba. Una de esas familias llamó a los musulmanes en su ayuda y aquí se quedaron ocho siglos, y lo bueno que dejaron: la tecnología agrícola, fue arrasado por aquellos descendientes de los Visigodos y convertido en cotos de caza y en latifundios de cereal.
Aquellos reyes de entre los siglos XV y XVII se agarraron a la religión porque no tenían otra cosa, y en concreto carecían de mentalidad burguesa. En Catalunya sí la había, pero se equivocaron al firmar el tratado de Almizra que les impidió llegar al Atlántico cuando el Mediterráneo ya se había convertido simplemente en un lago interior. Y como aquellos reyes no tenían otra cosa que la unidad, persiguieron a la ciencia mozárabe y a la cultura judía y aún se cerraron más en si mismos: Visigodos al cuadrado.
No obstante España tuvo su oportunidad: entre 1500 y 1600 se convirtió en el único proveedor de plata de Europa, pero esa oportunidad la empleó en construir palacios y catedrales, en importan bienes de lujo y en defender los intereses de la familia Habsburgo en Europa; lo único que sacó de ese siglo España fue una inflación descomunal. Lo cierto es que cuando llegó 1680 España estaba completamente arruinada, sin expectativas, sin líderes; y lo que pasó fue lo lógico: una potencia del momento: Francia, colocó a un rey suyo en Madrid.
Y como los trenes pasan una sola vez y el de España ya había pasado, lo que vino después no fue más que un continuo de desgracias, malas gestiones, horribles decisiones, y malgastos y derroches sin cuento. Un ejemplo: nuestra famosa Guerra de la Independencia no fue más que un episodio colateral de las Guerras de Coalición que recorrieron Europa entre 1792 y 1815. En ese último año, en Viena, tuvo lugar una reunión para redefinir Europa. pues bien España ni siquiera fue invitada. Es decir, desde principios del XIX España solo ha sido un cero a la izquierda. Lo demás ya es historia”
Evidentemente supercondensar quince siglos de Historia en tres párrafos da para poco. Hay países que tienen una Historia triste, España es uno de ellos. Aunque el mensaje oficial haya estado contando otra cosa, si.
(Si me piden más detalle en relación a si en España se supo o pudo enderezar el curso de la evolución de su Historia, pienso que no se pudo porque ni había medios ni posibilidades. El imperio colonial fue obtenido en plan de ‘hazaña gloriosa’, administrado como ‘hacienda’ y haciendo ondear la bandera de la ‘evangelización’. No hubo plan, ni criterio; hubo depredación pero no explotación capitalista. Y la plata que se obtuvo se desperdició en acciones que no llevaron a ninguna parte. Realmente pienso que si aquella España postvisigoda hubiese tenido, en los siglos XVI y XVII, una clase burguesa como la tuvieron los Países Bajos la Historia de España y de Europa hubiese sido muy diferente, pero las cosas fueron como fueron. Y en el XVIII el escenario ya era otro y España ya había perdido todas sus opciones para encarar un siglo XIX metida en la Revolución Industrial. Del XX ya ni hablamos).