Pero lo cierto es que se cuenta con los recursos que se cuenta y en España, en el caso de las regiones de régimen común –todas excepto Euskadi y Navarra– cuentan con los que, mayormente, el Estado da, entrega y reparte.
Bien, observen el gráfico adjunto. Recoge la ratio entre PIB pc de cada región de régimen común y los recursos por habitante de cada una de esas regiones tras la recaudación por parte de la Agencia Tributaria de los tributos por ella recaudados y el posterior reparto aplicado.
Pienso que no hace falta comentar mucho. No considerando Madrid debido a que aunque sus residentes perciben escasos recursos se encuentra beneficiada por el ‘efecto capitalidad’, Catalunya se halla a la cola en la relación entre PIB generado y recursos percibidos.
Lo que es sorprendente teniendo en cuenta que es el PIB quien paga los tributos ya que el monto de esos tributos se halla en función del volumen de PIB generado.
Ello tiene un doble efecto pernicioso. Por un lado, las y los residentes en Catalunya cuentan con una cantidad de recursos insuficientes como puede verse por las carencias existentes en la región; por otro, porque contar con recursos insuficientes frena y merma la generación de PIB y, en consecuencia, la recaudación tributaria.
No entro en si el sistema de financiación regional en España es justo o no, eso pertenece a una dialéctica en la que no entro. Lo que si es una obviedad es que el sistema de financiación regional vigente en España es un absurdo económico. Y así nos va.