Una crisis sistémica ocurre cuando el modelo económico y social con el que se ha estado funcionando se agota porque ya no es capaz de cumplir las necesidades que va trayendo la evolución de la dinámica histórica; eso es lo que sucedió en 1929 y también en el 2007.
La salida de tal situación es la puesta en marcha de un nuevo modelo que con el tiempo, obvia e inevitablemente, acabará desembocando en una nueva crisis.
A pesar de la premura cortoplacista que la crisis imprime, la OCDE y otras instituciones llevan desde hace años trabajando en un escenario en el largo plazo a fin de escudriñar la deriva de la posible realidad económica del nuevo modelo que actualmente se está implementando, y sus conclusiones son claras: el planeta no se dirige hacia una posición de mejora generalizada sino al contrario.
En el entorno del 2050 el mundo se hallará en una posición peor que la actual: mucho peor los países no miembros de la OCDE y ligeramente peor los países miembros, entre los que se cuenta España.
En términos de crecimiento el período 2000 – 2060 se habrá perdido, empeorando significativamente parámetros como el PIB pc y la distribución de ingresos; y en España, concretamente, más que en economías de su entorno.
El resumen, por tanto, es: algunas personas, algunas entidades irán a mejor, pero la inmensa mayoría empeorará su situación con relación a años pasados.